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martes, septiembre 26, 2006

Cronica de un golpe anunciado.

Parece que la vida ha querido que nuestra aventura fuera completa. Por lo pronto y como ya se dieron cuenta nos ha tocado vivir un golpe de estado (con toda sinceridad y tal vez por ignorancia de la situación política tailandesa, en estos últimos meses parecía ser mas factible de suceder en nuestro propio país).

Paso a narrarles que el día de los hechos, estábamos cenando un festín árabe en el barrio de Nana (que además de ser el barrio árabe, es el barrio de las mujeres de la vida alegre) en compañía de Marcel, Jenny y un amigo de ellos de origen australiano. Tal vez a media cena, la novia de ese amigo llamó por teléfono para decirle que camino a su hotel (guest house que por cierto, está muy cerca de donde estamos nosotros instalados) y de regreso del cine, donde había pasado las últimas horas, se encontró con algunos tanques y soldados por las calles. Lo tomamos todos un poco a broma discutiendo algunas de las posibilidades, entre las cuales mencionamos la preparación de algún acto oficial o desfile militar, o simplemente su presencia debido a que en esta zona (desde donde escribo ahora) es la misma donde se encuentran varios palacios reales, el edificio de gobierno, la sede local de la ONU y otras dependencias de importancia. Mientras lo hacíamos, llamaron otros amigos Cubanos que también viven en la ciudad para preguntarnos si habíamos escuchado los rumores sobre un posible golpe de estado.

Evidentemente no lo habíamos hecho (no estaríamos tan lejos de casa en ese caso) y la verdad es que costaba trabajo darle crédito a lo que decían (a pesar de ser tan coincidentes las dos llamadas) ya que en la zona en general y específicamente en el restaurante, todo el mundo disfrutaba de lo que hacía muy quitados de la pena. Sin embargo, y gracias a las dos llamadas, empezamos a preocuparnos y fue motivo de que decidiéramos pedir la cuenta (además de la falta de café y postre en el menú del lugar) e ir al departamento de Marcel a tomar el café que Doug (el australiano) acababa de traer de Laos.
En esas estábamos, cuando llega una tercera llamada de los cubanos asegurando que si se estaba dando un golpe de estado y recomendándonos ir a casa a toda prisa.

Al salir a la calle, las cosas empezaron a verse menos normales. La ciudad (como otras muchas) está normalmente llena de comerciantes ambulantes y acostumbra a estarlo hasta bien entrada la noche, especialmente en barrios semi turísticos o turísticos como en el que nos encontrábamos. La primera señal seria fue darnos cuenta de que dichos comerciantes recogían sus mercancías a toda prisa. Tuvimos suerte y el segundo taxi a quien solicitamos el servicio nos dijo que si (a pesar de ser cinco pasajeros cuando el máximo normal son cuatro). El regreso a la casa fue bastante normal (hay que admitir que para ese momento si estábamos algo nerviosos y atemorizados) si no fuese porque el tráfico ya era anormalmente fluido. De cualquier forma, llegamos sin ningún contratiempo (y sin haber visto ningún tanque o militar por el camino).

Al entrar a nuestro complejo de departamentos, francamente esperamos encontrar algún tipo de bullicio o de actividades fuera de lo normal por parte de los vecinos, que en su mayor parte son extranjeros como nosotros y trabajan o bien para la ONU o bien para empresas trasnacionales, normalmente europeas. Ese no fue el caso. El lugar estaba silencioso y tranquilo de manera tal que con la paranoia que traíamos ya encima, interpretamos como que ya habían evacuado a todos. Tampoco fue el caso. Lo que pasó es que por los azares del destino, nosotros fuimos de las primeras personas en enterarnos de los problemas. Los vecinos no sabían nada de nada. Preguntamos a una vecina española de la ONU, quien no se veía asustada para nada y quien nos dijo que le había avisado de su oficina que el siguiente era día feriado.

Total, que obviamente si hubo un golpe, pasamos la noche medio en vela contestando el teléfono a amigos y familia que llamaban preocupados (algunos desde el MSN en la computadora). Doug, el australiano, prefirió quedarse a dormir en el departamento de Marcel y Jenny, ya que nuestra ignorancia lingüística nos impedía enterarnos si había o no toque de queda y en su caso, cuáles eran las condiciones.

Al día siguiente, decidimos arriesgarnos y salir a la calle a ver lo que pasaba. Fuimos primero al hotel a donde llegamos hace un mes, donde encontramos a unos turistas españoles de Canarias que estaban muy asustados y sin querer salir del hotel, ya que las embajadas aconsejaron encerrarse. Después decidimos ir directamente a la casa de gobierno. El área estaba relativamente cerrada (totalmente al tráfico de vehículos) pero los retenes militares, con personajes sonrientes y amables nos dejaron pasar hasta la calle-explanada frente a la casa de gobierno donde había algunas tropas y algunos tanques. Gente poca. Turistas, yo diría que ninguno. La mayoría de los que estaban por ahí eran periodistas y un par de extranjeros que dijeron trabajar para ONG’s especializadas en derechos humanos.
Nos tomamos algunas fotos por ahí, de las cuales les enviaré unas cuantas en cuanto me las pase Marcel, que era quien llevaba cámara (increíblemente yo olvidé la mía).

Al día siguiente salimos por la mañana y todo se veía normal en las calles. Aun rondaban algunos militares, pero más bien parecían que posaban para las fotos. El los siguientes días, desde nuestro punto de vista (que supongo será diferente para otras personas, tales como funcionarios públicos, empleados de gobierno y probablemente la gente que vive fuera de las grandes ciudades) la vida sigue bastante normal en Bangkok. Tal vez hay un poco menos tráfico del que estábamos acostumbrados; ayer domingo en Paragon ya tarde en la noche se sentía que había menos gente de lo habitual, pero fuera de eso y de algunos soldados de más, dormitando en las calles de aburrimiento, nada.

Juzgando con mis pocos o nulos conocimientos de la política tailandesa y tomando en cuenta que en esas lides no soy un analista experto, me da la impresión de que esto fue un golpe acordado y prefabricado con antelación, donde todo el mundo estaba de acuerdo, desde el primer ministro saliente, el ejercito y la policía hasta el rey. La población de Bangkok parece mas bien contenta, como si les hubieran quitado a un
López de encima.

Aprovecho este correo para avisarles que estaremos fuera de Bangkok desde el 3 hasta el 14 de octubre cuando nos desplazaremos a Kota Kinabalu en Borneo. Esta ciudad pertenece a Malasia y es la capital de la provincia de Sabah (antes Borneo del Norte). Ya tendremos tema para siguientes correos. Este viaje tiene el doble propósito de vacacionar y renovar nuestra visa. Acabo con tanto rollo ya que realmente de lo que se trataba era de decir que estamos todos muy bien y contentos. No se ve mayor problema. Gracias por preocuparse a todos los que lo hicieron.


miércoles, septiembre 20, 2006

A las dos semanas

De verdad que es curioso como se comporta uno ante el correr del tiempo. Por una parte parece lento, sobre todo cuando se trata de evaluar los avances en lo que se está proponiendo uno mismo. Por otra, el tiempo de verdad vuela. Increíblemente hoy es el último día de agosto y ya hace dos semanas que estamos en esta ciudad. La verdad es que nos hemos concentrado mas en dejar el tiempo pasar y por lo tanto adaptarnos poco a poco a esta cultura en todos los sentidos, que en otra cosa.
En cuanto al lenguaje, creo que puedo decir que, aunque sigo entendiendo casi nada, el oído se acostumbra y al menos ya distingo algunas palabras que la gente usa al hablar. Me estoy dando cuenta de que estaba equivocado cuando pensaba que con un par de cientos de palabras en el vocabulario, se podía empezar a establecer comunicación con los demás. En este momento, mi vocabulario Thai tal vez alcance las 50 palabras (incluyendo los números esenciales, es decir, del 0 al nueve y la forma de componer las decenas) y sigo siendo incapaz de establecer mucha comunicación que digamos. La estructura y composición gramatical del idioma, es curiosamente similar a la del español (debo aclarar que ya tomamos la primera lección de Thai y que hoy tomaremos la segunda). Lo único que de verdad siento que complica el asunto es el uso de cinco tonos diferentes en las palabras; es decir, una palabra, digamos monosilábica, puede decirse de cinco maneras diferentes y ya encontramos una en que, con las cinco tonalidades tiene cinco significados absolutamente distintos. El problema mayor es aprender a pronunciarlas y a identificarlas cuando otro las pronuncia. De cualquier manera, nos sentimos bastante satisfechos de poder decir algunas cosas y entender otras. Ayer, cuando compramos junto con Adriana una papaya y una penca de plátanos, fue magnifico entender a la mujer que nos dijo cuanto era lo que teníamos que pagar, sin necesidad de hacer señas o de que nos mostrara una calculadora con el importe en la pantalla.
Hace unos días, nos animamos a usar como medio de transporte el “tuk-tuk” (vehiculo similar a los triciclos que usan en el centro de la Ciudad de México, solo que motorizado). Toda una experiencia. Es de notarse que aunque venimos de un país en donde la preferencia de circulación en las calles no es muestra de una civilización muy avanzada que digamos, en esta ciudad de verdad que la preferencia de paso la dicta el tamaño de lo que circula. Es decir que los seres humanos transportándose por propio pie, quedan al final de la lista. Si le junta a eso que el sistema de circulación que se usa por acá es el inglés, entenderán que simplemente el cruzar una calle es toda una aventura de alto riesgo, especialmente en algunos cruceros donde la vuelta a la izquierda (equivalente de la vuelta a la derecha en México) es continua. Pero ya estoy divagando, decía que nos animamos a usar un Tuk-Tuk. Como este negocio no cuenta con taxímetro, la primera parte de la experiencia se refirió a la negociación del precio, cosa que se debe hacer siempre por adelantado si no quiere uno tener un disgusto a la hora del pago. Son duros para negociar. Me imagino que aquí, como en México, piensan que los extranjeros son un poco tontos y quieren aprovecharse de ello hasta donde se pueda. Lo que siguió fue una experiencia bastante parecida a lo que recuerdo de la montaña rusa. Tal vez por el calor que hace, estos amigos se lanzan a todo lo que da su motor en el arranque, de manera que la brisa que le pega a uno es refrescante. Lástima que eso mismo hace que tenga uno que agarrarse hasta con los dientes y encomendarse a lo que sea pensando en llegar con bien al destino. Me parece que no vamos a usarlos mucho que digamos en el futuro, sobre todo, tomando en cuenta que los taxis son modernos, con aire acondicionado, tienen taxímetro y para acabarla, son baratos y pasan libres a montones.
En cuanto a nuestro hogar momentáneo (el guest house), debo decir que en términos generales, ha resultado excelente. La habitación es de buen tamaño, la cama queen size es bien cómoda, el aire acondicionado, moderno y en buen estado, no hace ruido y permite graduar tanto la temperatura como la velocidad del ventilador de una manera en que hasta Adriana y yo, que siempre hemos tenido el termostato graduado diferente, podemos encontrar un punto negociado en el que ambos nos sentimos a gusto. A cambio de eso, tiene un par de inconvenientes que parecen increíblemente fáciles de resolver (y más increíble resulta que no los resuelvan). El primero es la ausencia absoluta de dispositivos para guardar las cosas. Es decir. La habitación no cuenta con armarios, cajones, colgadores, ni nada que se le parezca, lo que obliga a tener la mayor parte de las cosas dentro de las maletas (aunque si cuenta con un par de mesas, un sillón de buen tamaño y un perchero). El baño, a pesar de tener un tamaño suficiente para acomodar los muebles en forma práctica, no los tiene acomodados de esa manera. No es posible darse un regaderazo sin empapar TODO el baño y de esa forma, antes de bañarse, debe uno hasta sacar el papel si no se tiene la intención de usarlo empapado después. El agua disponible siempre es fría, lo cual no es gran problema por el clima del lugar siempre y cuando no se abuse del enfriamiento del aire acondicionado.
La comida en el restaurante del lugar, es sabrosa, con un surtido, si no excepcional, suficiente (aunque casi no hemos hecho nada más que desayunar allí). Por cierto y hablando de comidas, hicimos una visita al súper mercado mas cercano a lo que será nuestro domicilio en los días que vienen y algo que es sorprendente, al compararlo con los de México es la ausencia del departamento de lácteos en lo que a quesos se refiere (puesto que yougurts y similares si existen). En este país, como ya sabíamos antes, la gente no come prácticamente queso y, los supermercados pequeños no venden NI UNO. En cuanto a embutidos, casi lo mismo puede decirse. Si quieres comprar esos artículos, debes hacerlo en un almacén de mayor tamaño o en una tienda gourmet. En las tiendas de ese tipo, sin embargo, el surtido es bastante bueno y la atención de los vendedores es excelente (por cierto que te entregan los quesos reempacados en bolsas ziploc, no se si porque esa forma de entrega les parece mejor o porque evita a los demás oler los quesos, cosa que parece no gustarles demasiado). Parece que los inconvenientes de la habitación van a terminarse pronto, puesto que hay compromiso de entregarnos el departamento que estamos alquilando este fin de semana.
En cuanto a mi salud personal, dos o tres cosas:
La hipertensión arterial que sufría en México parece que ha desaparecido. Aunque ya en México había bajado la dosis del medicamento pertinente, en esta Ciudad, hace ya casi dos semanas que no lo tomo, debido a que las primeras lecturas de mi presión arterial fueron bastante bajas, y se encuentra a niveles incluso un poco inferiores a las que tenía en mi etapa de gente sana. Tal vez la combinación de comida con poca sal, ausencia de coca cola y estar a nivel del mar ha sido responsable de lo anterior. Mi dolor de ciática, en los primeros días se acrecentó sustancialmente, debido a la gran cantidad de kilómetros caminados y tal vez la carga del equipaje, que aunque solo fue hecho a ratos cortos, es una de las actividades que suelen molestarme. Aunque seguimos caminando mucho, tratamos de no hacer maratones en forma diaria (cuando me refiero a maratones, quiero decir que, además de caminar para transportarnos, caminábamos después distancias bastante grandes al visitar lugares, desde templos, hasta centros comerciales, que como comenté antes, son de buen tamaño) y estoy haciendo ejercicio en la alberca casi todos los días. Esto parece estar corrigiendo mis molestias bastante rápido.
Esta semana sufrí una descomposición estomacal más o menos importante de la que por suerte ya me he recuperado por completo. No me parece que haya sido una infección, sobre todo porque en las comidas anteriores al evento no me parece haber comido nada de higiene dudosa. Tal vez es solo la reacción a las comidas con los condimentos no sólo diferentes, sino mucho más intensos.
Estoy escribiendo esto en la nueva computadora que adquirimos hace tres días. La plaza de computación de la ciudad es enorme (al menos para mis estándares) y el surtido que hay en marcas y modelos de equipos electrónicos, especialmente computadoras, hace difícil la elección. Finalmente, compramos una computadora de una marca que hasta ahora era desconocida para mí: Asus, de procedencia Taiwanesa. Dudé antes de comprarla, pero la diferencia de precio contra las marcas conocidas fue factor determinante en la decisión. Es una notebook que pesa alrededor de 1.5 kg, con pantalla de casi 14 pulgadas. Tiene un procesador Intel Centrino Duo que funciona a 2 GHz, con RAM de 1 Giga, Mouse inalámbrico a través del puerto Bluetooth, unidad de DVD con escritura en dos capas y cámara de 1.3 mega pixeles integrada. Eso por mencionar algunas de las monerías principales. Todo eso, por un precio un poco menor a los 1,500 dólares. Me parece que valió la pena, sobre todo después de un par de días de usarla. Es buenísima. Creo que si alguno de ustedes piensa venir a visitarnos y tiene un cambio de lap top planeado, este lugar es bueno para hacerlo. La cámara Cannon que compramos, también resultó económica. Ni hablar de la calidad, Cannon es Cannon hasta en Tailandia.
Tengo que agradecerles a todos la respuesta a mi primer correo. Así si dan ganas de sentarse a escribir las experiencias. No olviden comunicarme las suyas, recuerden que estoy bastante lejos de México y que los eventos de la vida normal de allá me resultan más interesantes que de costumbre.

Album mes 1