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martes, agosto 18, 2009

La Condesa es un lugar sui generis.

La Condesa es un lugar sui generis, plural y diferente en esta ciudad de México.
Aunque el tema de conversación sobre la Condesa entre las personas que han vivido aquí por muchas generaciones y muchos otros, que aunque no tanto, también se unen para hablar de todos los problemas que se han generado por el exceso de población y la mala planeación, yo voy a hacer comentarios distintos.

No dejo de reconocer el deterioro de algunas cosas aquí, pero este deterioro es general en toda la ciudad como ya he mencionado.
Pero para mí, siendo la primera vez que vengo a probar vivir en La Condesa después de haber vivido en diferentes zonas de la ciudad en mi vida, este me parece de lo mejor.

Digo de lo mejor porque aun con las deficiencias de estacionamiento, algunos servicios y delincuencia, yo no lo encuentro tan mal.
Como platiqué en otro relato, recién que llegamos de vivir en Tailandia, estuvimos (yo un poco más de un mes y mi esposo más de dos) viviendo en Santa Fe y eso si que es horrible. Aunque parezca planeado, todo es deficiente y carece por completo de encanto. Para nada es comparable con el encanto La Condesa.

Tratando de mirar sin prejuicios, diré que aunque somos muchos los ciudadanos que vivimos aquí (dicen que como 500,000), se respiran cosas más interesantes que el humo de los coches y camiones.

Se respira diversidad, que es lo que más se extraña en México.
Aunque extendiéndome, se podría generalizar en ésta zona algo así como el interés por la cultura y el convivir respetando al menos la ecología, lo que le da un toque de distinción (no en el sentido burgués de la palabra sino en un sentido de zona distinta).

A mi desde que llegué me dijeron que la ciudad es muy insegura, pero hoy en día puedo decir que a nosotros no nos lo parece tanto. Tampoco pasamos miedo viviendo cerca del monumento a la madre y en cambio si disfrutamos mucho los paseos por aquella zona.

A mí me gusta hacer ejercicio y ahora que tengo el Parque México cerca, salgo a correr algunos días. Mucha gente sale a hacer ejercicio al igual que yo y otros sólo salen a pasear.

La moda de tener perros aquí en La Condesa, si parece ser el símbolo de cierto estilo de pertenecer, pero como yo nunca he tenido ganas de pertenecer del todo a nada, no pienso tener ningún perro con todo y que me gustan.

Después de haber vivido en un campo de golf antes de irnos de México, ésta zona me hace reconciliarme con estos inteligentes caninos. Porque los años que vivimos en este fraccionamiento con campo de golf, ¡los tuvimos que soportar!, porque eran muchos y siempre sueltos, haciendo sus necesidades por todos lados, metiéndose en las casas ajenas, rompiendo plantas de vecinos y persiguiendo bicicletas y transeúntes.

Presenciamos varios altercados con estos lindos animalitos y sus prepotentes dueños. Así que a mí me da cierta fascinación poder correr por este parque sin que ninguno de estos caninos (también sueltos en su mayoría pero muy educados), se quiera entretener persiguiéndome o molestando a nadie.

Hay que ver las diferentes razas que circulan, acompañados con sus respectivos personajes, dícese dueños, amos, etc. Pero yo más bien diría, hijos, hermanos, amigos, etc., porque la manera tan linda en que estos individuos tratan a sus animales, es encantadora.

Nosotros tuvimos un perro y nos llegaron a criticar por el trato tan familiar y cariñoso que le profesábamos a nuestro Moro, porque ese era su nombre. Ahora igualmente aquí en el parque México los nombran de tan variados y originales nombres, que en algunas ocasiones, aun corriendo y perdiendo el aire, he tenido que soltar alguna risita discreta.
He escuchado todo tipo de nombres y uno muy común hoy es el de Camila y no se quedan cortos los sobrenombres o motes como, chaparrito, mi rey, etc.

Unos entrenadores que vienen todos los días, entrenan a estos perros que da gusto. Sus dueños los miran cuando los recogen o dejan como cuando yo dejaba a mi hijo en sus primeros días de clases.
Los entrenadores los sientan en el piso, igual que se deben sentar los niños de escuelas rurales o en países muy pobres a falta de sillas o pupitres. Al igual que las criaturas, no necesitan más para hacer sus labores.
Me encanta observar las diferencias o similitudes que existen entre estos encantadores animalitos y sus dueños. Algunos se parecen hasta físicamente. Pero en muchos casos, vienen siendo la antítesis de lo que son los dueños, algo así como, si él es grande y esbelto, su perro será, chico y regordete. O un chiquitín puede traer un perro enorme y con cara de pocos amigos.
Creo que algunos psiquiatras, antropólogos o sólo observadores como yo, pasarían una buena experiencia observando todo esto.

Además del parque, restaurantes, bares, tiendas de todo tipo y librerías, también se topa uno continuamente con eventos varios. Van desde los musicales, circenses, hasta los improvisados por personas que no tienen en absoluto talento.
Esto es frecuente frente a los restaurantes, pues me imagino que estos personajes piensan que al menos para que dejen de hacer ruido con instrumentos musicales (en su mayoría desafinados), o molestar a los comensales, recibirán algún dinero. Están en lo cierto, porque me parece que así sucede frecuentemente.
Pero eso no quita que de vez en vez, se tope uno con un buen músico, cantante, etc, haciéndonos pasar a los comensales un grato momento, aunque esto, tristemente ocurre poco.

Yo disfruto mucho las librerías y en especial El Conejo Blanco sobre Ámsterdam y El Lido sobre Tamaulipas, ambas buenas y El Lido con cine de arte también.
En estas librerías también se puede uno topar con charlas interesantes de todo tipo. Una que me pareció diferente y divertida y en la que desgraciadamente, solo estábamos cuatro personas, fue la de un libro que presentó una escritora para orientar a aquellas personas que salen de la carrera de actor. Como parte de la presentación, se acompañaba de un hombre muy talentoso en sus zancos, que nos invito a subir a éstos. No a todo el mundo le interesó hacerlo, pero a mi si de manera que pasé una tarde muy divertida.

Me gustó mucho caminar sobre zancos y recordar cuando era niña y nos improvisábamos unos botes o latas altas con cordones.

Recomiendo mucho darse una vuelta por este barrio que además tiene hoteles chiquitos y medianos muy interesantes y fuera de lo común.






Sanuk