Ahora que nos encontramos por aquí en México, muchos de ustedes nos preguntan cuales son las diferencias con Asia y básicamente con Tailandia (que es donde vivimos este año y medio). Aunque ya hemos explicado muchas cosas en este blog, específicamente sobre Tailandia y Malasia, aquí les transcribo un artículo de Agustín Basave Benítez que encontramos en un libro llamado “Soñar no Cuesta Nada” (Ediciones Castillo, Monterrey, México) que nos impresionó por sus coincidencias con nosotros en su percepción y análisis sobre el tema asiático.
Un Vistazo a Oriente (Japón y China).
Por Agustín Basave Benítez.
"Más que una región, el oriente es una cosmovisión. No es otro mundo sino, básicamente, otra forma de ver el mundo. La relación entre el hombre y la naturaleza, el significado de la vida, la idea de la divinidad, muchas cosas se han concebido en estas tierras de manera muy distinta a occidente. Es otro modo de pensar. La mente oriental, gira, se religa a lo supranatural y, como un espiral, vuelve sobre si misma.Aquí el tiempo no es rectilíneo, ni la causalidad unilineal. Por eso el misticismo, la filosofía aparentemente rebuscada y asistemática y en general la proclividad a codificar una ética práctica en consejos abstractos."
"Más allá de la realpolitik, en el plano axiológico, me parece percibir una diferencia fundamental entre oriente y occidente.La intelligentsia occidental se ha inclinado a ver el conflicto como la propela del desastre del progreso, mientras que en el pensamiento oriental el concepto central ha sido la armonía. Evidentemente estas corrientes han tenido énfasis distintos, como en el primer caso hacia lo colectivo (con una nutrida lista de exponentes en la escuela “conflictista” de las ciencias sociales) y en el segundo curiosamente hacia lo individual (con una extensa literatura moralista). Pero ni las religiones de occidente han postulado la armonía del alma como algo cabalmente asequible en este mundo, como tampoco las sociologías políticas de oriente han preconizado el conflicto de intereses como elemento determinante del funcionamiento de la sociedad. En todo caso, digamos que desde ambas perspectivas se aspira al ideal armónico, sólo que los orientales tienden a él como origen y los occidentales como destino. Con sus excepciones, unos privilegian la estabilidad del equilibrio, la paz interior y la concordia y otros, el dinamismo del desequilibrio, la lucha interna y el choque de los contrarios."
"No es necesario viajar mucho por este continente para percatarse esa peculiaridad. Sea por la vía parlamentaria y de simbiosis Estado-Empresas como en Japón, o por la del partido-gobierno centralizado y el socialismo de mercado de China, el hecho es que en los países asiáticos suele prevalecer una cultura de consenso. Y qué decir del sincretismo japonés, que no surge del antagonismo sino de un terso entreveramiento entre sintoísmo y budismo o del frecuente traslape de budismo y taoísmo en el ejemplo chino, mezclados todos bajo el influjo ecuménico de Confucio. Lo que al observador extraño le parece ambigüedad – ¿Politeísmo o panteísmo? – o nebulosidad – ausencia de una liturgia estructurada – al hombre de oriente le resulta simplemente natural."
"Japón merece punto y aparte. A pesar de su supuesta "occidentalización", veo el sello oriental en cada pliegue de su ser. El alejamiento de la mentalidad de líneas rectas le da a oque de delicadeza muy característica. La exquisitez de sus manifestaciones artísticas y el refinamiento de su cortesía son, a mi juicio, reflejo de una sutileza en la abstracción capaz de distinguir todo tipo de matices. Un pueblo, una casa, un jardín – especialmente un jardín – muestran los estrechos nexos de los japoneses con la naturaleza y su visión del orden vital: la relación dialéctica cede su lugar a la prolongación. Tal vez por eso no se percibe el dilema continuidad-ruptura, originalidad-imitación. La permanencia de una buena parte de su pasado cultural en medio de una portentosa modernización tecnológica constituye su respuesta al secular cuestionamiento de qué tanta tradición es saludable y cuánta modernización es necesaria para un país. Un balance a todas luces digno de tomarse en cuenta."
"Y por si todo eso fuera insuficiente para hacer de Japón un lugar magnético, añádase la suavidad de su paisaje. Hospedarse en un “ryokán” provinciano es la mejor manera de constatar la sucesión acompasada de todo, comida, habitaciones, ríos, plantas. No es éste un país de sobresaltos. Su belleza no es de las que sacuden o estremece, sino de las que sosiega y relaja. Yo sigo debatiendo en cuál país hay más mujeres bellas, pero tengo la impresión de que es en tierras japonesas donde hay menos mujeres feas. Y es que a pesar de prejuicios estéticos occidentales – de los que me reconozco imbuido - es imposible no apreciar la baja incidencia de desproporciones físicas entre la población femenina. También ella, como los lagos y los valles, evoca serenidad. Nada arremete al visitante, ni el entorno ni las costumbres. No es fácil, ni siquiera para el tenso habitante de una megalópolis sentirse hostigado en una sociedad en la que abundan las caravanas y las sonrisas y no existen las propinas."
"Con todo, para entender al Japón y al oriente hay que conocer China. Aquí están las raíces. Es la cultura madre, el punto de partida no sólo de Asia sino, en más de un sentido, de la humanidad. Sus dimensiones y su complejidad la hacen un universo dentro del universo. Pareciera que si la tierra no se ha salido de su órbita es porque pisan su superficie millones de chinos que cargan sobre sus hombros el peso de una riqueza cultural enorme. Y ahí están, pululando en el campo, en las fábricas, en los mercados, sosteniendo los hilos de una inmensa urdimbre social singular que mantiene increíblemente integrado todo un subcontinente. El orden y la disciplina orientales, sin duda, han ayudado, porque a pesar de la imagen que da el caos vial en el que se trenzan diariamente bicicletas y automóviles es obvio que solo un pueblo disciplinadamente ordenado puede mantenerse unido en torno a su diversidad."
"Si alguna nación es terreno fértil para la semilla del particularismo histórico ésa es China. La magnitud de su geografía y su población, su carga cultural y el apego a la tierra de los chinos los hace sensiblemente receptivos a la idea de un proyecto propio, acorde a sus singularidades. Acaso solo ellos pueden hoy en día darse el lujo de hacerlo. Más aún, es tan grande su potencial que habría que preguntar si China ha de abrirse al mundo o el mundo ha de abrirse a China. Y esa visión parece reproducirse en el microcosmos de cada hogar, sobre todo entre los campesinos, que en un país todavía predominantemente rural son la abrumadora mayoría. Los hombres y las mujeres de esta tierra tienen el mundo en su cabeza. Especialmente ellas, que como diría Mao son la mitad del cielo – la más hermosa mitad del cielo, agregaría yo –, parecen guardar el secreto de la primera mitad del próximo siglo chino."
"Con su cultura de esencia visual, el oriente tiene tanto futuro como pasado. Quienes subestiman sus posibilidades de éxito en el escenario de la competencia internacional aluden, con pésimo tino, a su carencia de pragmatismo. Ignoran que si se lo proponen los orientales son tan pragmáticos como el que más, si bien de manera distinta. Un occidental puede captar la diferencia cuando se topa en una tienda de Tokio con un refresco cuyo slogan ofrece calmar “no solo la sed sino también el corazón” y, tras de sonreír ante el incorregible misticismo asiático, sucumbe a la trampa mercadotecnica y compra el producto. O cuando cae en la cuenta de que solo un conglomerado humano profundamente práctico puede ideologizarse (y desideologizarse) tan intensamente como lo ha hecho China. Y es que oriente no cabe en las etiquetas occidentales. Juzgarlo, encasillarlo con base en los rígidos parámetros de origen eurocéntrico es perderlo de vista. Si la Grecia clásica inauguró la práctica de distinguir, separar y clasificar, Asia mantiene la de confundir, mezclar e imbricar. Y así hay que entenderla si queremos acabar algún día con las dicotomías que dividen a la humanidad y que, por lo demás, no reflejan su policromía ni su tendencia al enriquecimiento recíproco de las culturas."
Todo esto, por cierto, al menos en nuestra experiencia, es bastante aplicable a Tailandia.
Sanuk
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2 comentarios:
Sin duda un artículo muy interesante para aquellos que viajar es una de nuestras pasiones. El imperio del sol naciente será uno de mis próximos viajes.
Un saludo
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