Parece que la vida ha querido que nuestra aventura fuera completa. Por lo pronto y como ya se dieron cuenta nos ha tocado vivir un golpe de estado (con toda sinceridad y tal vez por ignorancia de la situación política tailandesa, en estos últimos meses parecía ser mas factible de suceder en nuestro propio país).
Paso a narrarles que el día de los hechos, estábamos cenando un festín árabe en el barrio de Nana (que además de ser el barrio árabe, es el barrio de las mujeres de la vida alegre) en compañía de Marcel, Jenny y un amigo de ellos de origen australiano. Tal vez a media cena, la novia de ese amigo llamó por teléfono para decirle que camino a su hotel (guest house que por cierto, está muy cerca de donde estamos nosotros instalados) y de regreso del cine, donde había pasado las últimas horas, se encontró con algunos tanques y soldados por las calles. Lo tomamos todos un poco a broma discutiendo algunas de las posibilidades, entre las cuales mencionamos la preparación de algún acto oficial o desfile militar, o simplemente su presencia debido a que en esta zona (desde donde escribo ahora) es la misma donde se encuentran varios palacios reales, el edificio de gobierno, la sede local de la ONU y otras dependencias de importancia. Mientras lo hacíamos, llamaron otros amigos Cubanos que también viven en la ciudad para preguntarnos si habíamos escuchado los rumores sobre un posible golpe de estado.
Evidentemente no lo habíamos hecho (no estaríamos tan lejos de casa en ese caso) y la verdad es que costaba trabajo darle crédito a lo que decían (a pesar de ser tan coincidentes las dos llamadas) ya que en la zona en general y específicamente en el restaurante, todo el mundo disfrutaba de lo que hacía muy quitados de la pena. Sin embargo, y gracias a las dos llamadas, empezamos a preocuparnos y fue motivo de que decidiéramos pedir la cuenta (además de la falta de café y postre en el menú del lugar) e ir al departamento de Marcel a tomar el café que Doug (el australiano) acababa de traer de Laos.
En esas estábamos, cuando llega una tercera llamada de los cubanos asegurando que si se estaba dando un golpe de estado y recomendándonos ir a casa a toda prisa.
Al salir a la calle, las cosas empezaron a verse menos normales. La ciudad (como otras muchas) está normalmente llena de comerciantes ambulantes y acostumbra a estarlo hasta bien entrada la noche, especialmente en barrios semi turísticos o turísticos como en el que nos encontrábamos. La primera señal seria fue darnos cuenta de que dichos comerciantes recogían sus mercancías a toda prisa. Tuvimos suerte y el segundo taxi a quien solicitamos el servicio nos dijo que si (a pesar de ser cinco pasajeros cuando el máximo normal son cuatro). El regreso a la casa fue bastante normal (hay que admitir que para ese momento si estábamos algo nerviosos y atemorizados) si no fuese porque el tráfico ya era anormalmente fluido. De cualquier forma, llegamos sin ningún contratiempo (y sin haber visto ningún tanque o militar por el camino).
Al entrar a nuestro complejo de departamentos, francamente esperamos encontrar algún tipo de bullicio o de actividades fuera de lo normal por parte de los vecinos, que en su mayor parte son extranjeros como nosotros y trabajan o bien para la ONU o bien para empresas trasnacionales, normalmente europeas. Ese no fue el caso. El lugar estaba silencioso y tranquilo de manera tal que con la paranoia que traíamos ya encima, interpretamos como que ya habían evacuado a todos. Tampoco fue el caso. Lo que pasó es que por los azares del destino, nosotros fuimos de las primeras personas en enterarnos de los problemas. Los vecinos no sabían nada de nada. Preguntamos a una vecina española de la ONU, quien no se veía asustada para nada y quien nos dijo que le había avisado de su oficina que el siguiente era día feriado.
Total, que obviamente si hubo un golpe, pasamos la noche medio en vela contestando el teléfono a amigos y familia que llamaban preocupados (algunos desde el MSN en la computadora). Doug, el australiano, prefirió quedarse a dormir en el departamento de Marcel y Jenny, ya que nuestra ignorancia lingüística nos impedía enterarnos si había o no toque de queda y en su caso, cuáles eran las condiciones.
Al día siguiente, decidimos arriesgarnos y salir a la calle a ver lo que pasaba. Fuimos primero al hotel a donde llegamos hace un mes, donde encontramos a unos turistas españoles de Canarias que estaban muy asustados y sin querer salir del hotel, ya que las embajadas aconsejaron encerrarse. Después decidimos ir directamente a la casa de gobierno. El área estaba relativamente cerrada (totalmente al tráfico de vehículos) pero los retenes militares, con personajes sonrientes y amables nos dejaron pasar hasta la calle-explanada frente a la casa de gobierno donde había algunas tropas y algunos tanques. Gente poca. Turistas, yo diría que ninguno. La mayoría de los que estaban por ahí eran periodistas y un par de extranjeros que dijeron trabajar para ONG’s especializadas en derechos humanos.
Nos tomamos algunas fotos por ahí, de las cuales les enviaré unas cuantas en cuanto me las pase Marcel, que era quien llevaba cámara (increíblemente yo olvidé la mía).
Al día siguiente salimos por la mañana y todo se veía normal en las calles. Aun rondaban algunos militares, pero más bien parecían que posaban para las fotos. El los siguientes días, desde nuestro punto de vista (que supongo será diferente para otras personas, tales como funcionarios públicos, empleados de gobierno y probablemente la gente que vive fuera de las grandes ciudades) la vida sigue bastante normal en Bangkok. Tal vez hay un poco menos tráfico del que estábamos acostumbrados; ayer domingo en Paragon ya tarde en la noche se sentía que había menos gente de lo habitual, pero fuera de eso y de algunos soldados de más, dormitando en las calles de aburrimiento, nada.
Juzgando con mis pocos o nulos conocimientos de la política tailandesa y tomando en cuenta que en esas lides no soy un analista experto, me da la impresión de que esto fue un golpe acordado y prefabricado con antelación, donde todo el mundo estaba de acuerdo, desde el primer ministro saliente, el ejercito y la policía hasta el rey. La población de Bangkok parece mas bien contenta, como si les hubieran quitado a un
López de encima.
Aprovecho este correo para avisarles que estaremos fuera de Bangkok desde el 3 hasta el 14 de octubre cuando nos desplazaremos a Kota Kinabalu en Borneo. Esta ciudad pertenece a Malasia y es la capital de la provincia de Sabah (antes Borneo del Norte). Ya tendremos tema para siguientes correos. Este viaje tiene el doble propósito de vacacionar y renovar nuestra visa. Acabo con tanto rollo ya que realmente de lo que se trataba era de decir que estamos todos muy bien y contentos. No se ve mayor problema. Gracias por preocuparse a todos los que lo hicieron.
martes, septiembre 26, 2006
Cronica de un golpe anunciado.
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