Google
 

miércoles, septiembre 20, 2006

A las dos semanas

De verdad que es curioso como se comporta uno ante el correr del tiempo. Por una parte parece lento, sobre todo cuando se trata de evaluar los avances en lo que se está proponiendo uno mismo. Por otra, el tiempo de verdad vuela. Increíblemente hoy es el último día de agosto y ya hace dos semanas que estamos en esta ciudad. La verdad es que nos hemos concentrado mas en dejar el tiempo pasar y por lo tanto adaptarnos poco a poco a esta cultura en todos los sentidos, que en otra cosa.
En cuanto al lenguaje, creo que puedo decir que, aunque sigo entendiendo casi nada, el oído se acostumbra y al menos ya distingo algunas palabras que la gente usa al hablar. Me estoy dando cuenta de que estaba equivocado cuando pensaba que con un par de cientos de palabras en el vocabulario, se podía empezar a establecer comunicación con los demás. En este momento, mi vocabulario Thai tal vez alcance las 50 palabras (incluyendo los números esenciales, es decir, del 0 al nueve y la forma de componer las decenas) y sigo siendo incapaz de establecer mucha comunicación que digamos. La estructura y composición gramatical del idioma, es curiosamente similar a la del español (debo aclarar que ya tomamos la primera lección de Thai y que hoy tomaremos la segunda). Lo único que de verdad siento que complica el asunto es el uso de cinco tonos diferentes en las palabras; es decir, una palabra, digamos monosilábica, puede decirse de cinco maneras diferentes y ya encontramos una en que, con las cinco tonalidades tiene cinco significados absolutamente distintos. El problema mayor es aprender a pronunciarlas y a identificarlas cuando otro las pronuncia. De cualquier manera, nos sentimos bastante satisfechos de poder decir algunas cosas y entender otras. Ayer, cuando compramos junto con Adriana una papaya y una penca de plátanos, fue magnifico entender a la mujer que nos dijo cuanto era lo que teníamos que pagar, sin necesidad de hacer señas o de que nos mostrara una calculadora con el importe en la pantalla.
Hace unos días, nos animamos a usar como medio de transporte el “tuk-tuk” (vehiculo similar a los triciclos que usan en el centro de la Ciudad de México, solo que motorizado). Toda una experiencia. Es de notarse que aunque venimos de un país en donde la preferencia de circulación en las calles no es muestra de una civilización muy avanzada que digamos, en esta ciudad de verdad que la preferencia de paso la dicta el tamaño de lo que circula. Es decir que los seres humanos transportándose por propio pie, quedan al final de la lista. Si le junta a eso que el sistema de circulación que se usa por acá es el inglés, entenderán que simplemente el cruzar una calle es toda una aventura de alto riesgo, especialmente en algunos cruceros donde la vuelta a la izquierda (equivalente de la vuelta a la derecha en México) es continua. Pero ya estoy divagando, decía que nos animamos a usar un Tuk-Tuk. Como este negocio no cuenta con taxímetro, la primera parte de la experiencia se refirió a la negociación del precio, cosa que se debe hacer siempre por adelantado si no quiere uno tener un disgusto a la hora del pago. Son duros para negociar. Me imagino que aquí, como en México, piensan que los extranjeros son un poco tontos y quieren aprovecharse de ello hasta donde se pueda. Lo que siguió fue una experiencia bastante parecida a lo que recuerdo de la montaña rusa. Tal vez por el calor que hace, estos amigos se lanzan a todo lo que da su motor en el arranque, de manera que la brisa que le pega a uno es refrescante. Lástima que eso mismo hace que tenga uno que agarrarse hasta con los dientes y encomendarse a lo que sea pensando en llegar con bien al destino. Me parece que no vamos a usarlos mucho que digamos en el futuro, sobre todo, tomando en cuenta que los taxis son modernos, con aire acondicionado, tienen taxímetro y para acabarla, son baratos y pasan libres a montones.
En cuanto a nuestro hogar momentáneo (el guest house), debo decir que en términos generales, ha resultado excelente. La habitación es de buen tamaño, la cama queen size es bien cómoda, el aire acondicionado, moderno y en buen estado, no hace ruido y permite graduar tanto la temperatura como la velocidad del ventilador de una manera en que hasta Adriana y yo, que siempre hemos tenido el termostato graduado diferente, podemos encontrar un punto negociado en el que ambos nos sentimos a gusto. A cambio de eso, tiene un par de inconvenientes que parecen increíblemente fáciles de resolver (y más increíble resulta que no los resuelvan). El primero es la ausencia absoluta de dispositivos para guardar las cosas. Es decir. La habitación no cuenta con armarios, cajones, colgadores, ni nada que se le parezca, lo que obliga a tener la mayor parte de las cosas dentro de las maletas (aunque si cuenta con un par de mesas, un sillón de buen tamaño y un perchero). El baño, a pesar de tener un tamaño suficiente para acomodar los muebles en forma práctica, no los tiene acomodados de esa manera. No es posible darse un regaderazo sin empapar TODO el baño y de esa forma, antes de bañarse, debe uno hasta sacar el papel si no se tiene la intención de usarlo empapado después. El agua disponible siempre es fría, lo cual no es gran problema por el clima del lugar siempre y cuando no se abuse del enfriamiento del aire acondicionado.
La comida en el restaurante del lugar, es sabrosa, con un surtido, si no excepcional, suficiente (aunque casi no hemos hecho nada más que desayunar allí). Por cierto y hablando de comidas, hicimos una visita al súper mercado mas cercano a lo que será nuestro domicilio en los días que vienen y algo que es sorprendente, al compararlo con los de México es la ausencia del departamento de lácteos en lo que a quesos se refiere (puesto que yougurts y similares si existen). En este país, como ya sabíamos antes, la gente no come prácticamente queso y, los supermercados pequeños no venden NI UNO. En cuanto a embutidos, casi lo mismo puede decirse. Si quieres comprar esos artículos, debes hacerlo en un almacén de mayor tamaño o en una tienda gourmet. En las tiendas de ese tipo, sin embargo, el surtido es bastante bueno y la atención de los vendedores es excelente (por cierto que te entregan los quesos reempacados en bolsas ziploc, no se si porque esa forma de entrega les parece mejor o porque evita a los demás oler los quesos, cosa que parece no gustarles demasiado). Parece que los inconvenientes de la habitación van a terminarse pronto, puesto que hay compromiso de entregarnos el departamento que estamos alquilando este fin de semana.
En cuanto a mi salud personal, dos o tres cosas:
La hipertensión arterial que sufría en México parece que ha desaparecido. Aunque ya en México había bajado la dosis del medicamento pertinente, en esta Ciudad, hace ya casi dos semanas que no lo tomo, debido a que las primeras lecturas de mi presión arterial fueron bastante bajas, y se encuentra a niveles incluso un poco inferiores a las que tenía en mi etapa de gente sana. Tal vez la combinación de comida con poca sal, ausencia de coca cola y estar a nivel del mar ha sido responsable de lo anterior. Mi dolor de ciática, en los primeros días se acrecentó sustancialmente, debido a la gran cantidad de kilómetros caminados y tal vez la carga del equipaje, que aunque solo fue hecho a ratos cortos, es una de las actividades que suelen molestarme. Aunque seguimos caminando mucho, tratamos de no hacer maratones en forma diaria (cuando me refiero a maratones, quiero decir que, además de caminar para transportarnos, caminábamos después distancias bastante grandes al visitar lugares, desde templos, hasta centros comerciales, que como comenté antes, son de buen tamaño) y estoy haciendo ejercicio en la alberca casi todos los días. Esto parece estar corrigiendo mis molestias bastante rápido.
Esta semana sufrí una descomposición estomacal más o menos importante de la que por suerte ya me he recuperado por completo. No me parece que haya sido una infección, sobre todo porque en las comidas anteriores al evento no me parece haber comido nada de higiene dudosa. Tal vez es solo la reacción a las comidas con los condimentos no sólo diferentes, sino mucho más intensos.
Estoy escribiendo esto en la nueva computadora que adquirimos hace tres días. La plaza de computación de la ciudad es enorme (al menos para mis estándares) y el surtido que hay en marcas y modelos de equipos electrónicos, especialmente computadoras, hace difícil la elección. Finalmente, compramos una computadora de una marca que hasta ahora era desconocida para mí: Asus, de procedencia Taiwanesa. Dudé antes de comprarla, pero la diferencia de precio contra las marcas conocidas fue factor determinante en la decisión. Es una notebook que pesa alrededor de 1.5 kg, con pantalla de casi 14 pulgadas. Tiene un procesador Intel Centrino Duo que funciona a 2 GHz, con RAM de 1 Giga, Mouse inalámbrico a través del puerto Bluetooth, unidad de DVD con escritura en dos capas y cámara de 1.3 mega pixeles integrada. Eso por mencionar algunas de las monerías principales. Todo eso, por un precio un poco menor a los 1,500 dólares. Me parece que valió la pena, sobre todo después de un par de días de usarla. Es buenísima. Creo que si alguno de ustedes piensa venir a visitarnos y tiene un cambio de lap top planeado, este lugar es bueno para hacerlo. La cámara Cannon que compramos, también resultó económica. Ni hablar de la calidad, Cannon es Cannon hasta en Tailandia.
Tengo que agradecerles a todos la respuesta a mi primer correo. Así si dan ganas de sentarse a escribir las experiencias. No olviden comunicarme las suyas, recuerden que estoy bastante lejos de México y que los eventos de la vida normal de allá me resultan más interesantes que de costumbre.

Album mes 1


No hay comentarios: